Los colores en la decoración textil de hoteles y alojamientos turísticos: emoción e identidad
- Sílvia Seguí
- 28 ago
- 2 Min. de lectura
Imagina un salón de hotel dominado por tonos verdes y texturas naturales: transmite instantáneamente serenidad y conexión con la naturaleza. Los colores fríos, como el azul y el verde, crean una atmósfera tranquila y relajante. Por eso es habitual utilizar estos tonos en habitaciones y áreas de descanso, para que los huéspedes se sientan más calmados. Además, estos verdes (“colores tierra”) evocan el entorno local (campo, montaña o mar) y pueden reforzar los valores ecológicos del hotel. De hecho, las investigaciones indican que el azul puede reducir la ansiedad y la presión arterial, ayudando a los huéspedes a desconectar.

En cambio, espacios como comedores o cafeterías se benefician de colores cálidos y vivos. Tonos como el rojo, naranja o amarillo estimulan el apetito y animan la interacción social. Piensa en unas cortinas naranjas suaves o en cojines rojos en el comedor: estos detalles pueden aumentar la energía del espacio y hacer que los clientes pasen más tiempo compartiendo y disfrutando de la comida. Por el contrario, para un ambiente más reposado —por ejemplo, en un restaurante de hotel o en una sala de desayunos que quiera transmitir calma— se pueden elegir tonos frescos (verde, azul claro) para contrarrestar el bullicio.

Un uso acertado del color también refuerza la identidad de marca. Incorporar los colores corporativos en los textiles (sábanas, cortinas, cojines, alfombras) hace que cada detalle recuerde al estilo propio del hotel. Por ejemplo, un hotel de lujo puede utilizar azules marinos o cremas elegantes para transmitir sofisticación, mientras que una cadena juvenil podría optar por tonos más vivos y desenfadados. En cualquier caso, un mismo color repetido en diferentes espacios (recepción, habitaciones, sala de estar) crea una imagen coherente que los clientes asociarán con la marca.
Los colores también pueden conectar con el entorno local y el contexto cultural. Un hotel de playa puede incluir un azul mediterráneo o turquesa en textiles y decoración para recordar al mar y al cielo, mientras que en zonas rurales se prefieren tonos tierra (terracota, ocres, verdes intensos) para reflejar el paisaje o la tradición local. De hecho, muchas casas rurales y “boutiques” integran patrones tradicionales y materias primas de la región en sus tejidos. Esta conexión local hace que la experiencia parezca más auténtica: por ejemplo, cojines con motivos marineros junto al mar, o tapicerías con tejidos artesanales en un entorno montañoso, refuerzan la sensación de “pertenecer” al lugar.
En resumen, jugar con los colores en la decoración textil de un hotel no es solo cuestión de estética: es una forma de comunicarse con los huéspedes. Una selección acertada puede inspirar emociones positivas (calma, alegría, confort), reforzar la identidad y la marca del establecimiento, y hacer que cada espacio hable de su contexto local. El uso inteligente de los colores (en cortinas, sábanas, cojines, tapices) convierte cualquier interior en una experiencia evocadora y acogedora. Con ideas frescas y atrevidas, cualquier proyecto de decoración puede transformarse: solo hace falta atreverse a jugar con la paleta, sabiendo que el color es una herramienta poderosa en el arte de recibir a los clientes.
Comentarios